miércoles, 19 de noviembre de 2008

La “refundación” del capitalismo(I): un nuevo nombre para un viejo debate

La crisis financiera ha avivado el debate del Estado versus mercado que tiene varios siglos. De hecho, desde que Adam Smith (curiosamente, el mismo año de la Independencia de EEUU) nos habla de la “mano invisible” que transforma el interés propio en bienestar general en su ”Ensayo sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones”, el mundo ha sido como un boomerang según si la moda era Smith (o alguno de sus seguidores: Mill, Walras, Ricardo o Friedman) o un intervencionista (ya fuese comunista como Marx, socialista como von Mises o defensor de la economía mixta como Keynes).

Las tesis básicas se resumen en que un liberalista piensa que el Estado no debe intervenir en la economía. Sólo debe velar por la seguridad y hacer que se cumplan los contratos. Cualquier otra intervención disminuye la eficiencia de los mercados pues no tiene un indicador informativo tan útil como los precios. Un intervencionista creerá que el Estado debe tener un importante peso en la economía ya sea por motivos de equidad o para solucionar los fallos del mercado. El mercado falla en presencia de externalidades (es decir, cuando en el consumo o la producción de algún bien hay costes sociales no contenidos en el precio) como en la contaminación, de bienes que tienen una externalidad positiva y que, por tanto, no se ofrecen por el mercado de forma suficiente (educación y sanidad), de oferta incompleta (como un seguro al desempleo) o de presencia de poca competencia (como en el caso de los monopolios).

Desde 1973, la corriente generalizada ha sido liberalista (Washington Consensus), ya que el Estado, que había aumentado su poder a partir de la Gran Depresión y no pudo con la crisis del petróleo (además de la pérdida de credibilidad que la forma de llevar a cabo el socialismo extremo del Este supuso). Actualmente, la crisis financiera ha sido entendida por algunos como una señal de que hay que aumentar la regulación estatal. Varias notas al respecto.

En primer lugar, creo que hay que solucionar los problemas económicos y luego lanzarnos al gran debate. Creo que hay excesivo nerviosismo y que algún presidente se pierde en su imagen casi “napoleónica” de salvador del mundo. Hay algunas cosas que ya sabemos que no funcionan (proteccionismo: no debe ser negociable) y algunas otras que suelen hacerlo (inyecciones monetarias). ¡Que no estamos tan mal, hombre! En segundo lugar, erróneamente se habla de que estamos pagando los estragos de la “desregulación ultraliberal”. La terminología me parece muy inadecuada. Si precisamente por algo se caracteriza el liberalismo, es por no regular, por tanto, el “supuesto” “ultraliberalismo” no desreguló nada. En todo caso, lo dejó sin regular. En tercer lugar, ¿no es una política keynesiana la política monetaria expansiva que se llevó a cabo en los últimos años? Un neoliberal como Friedman se hubiera llevado las manos a la cabeza en ese mundo supuestamente “ultraliberal”. Por último, ya es curioso que el sector bancario, origen de la crisis, sea el sector más regulado.

[continuará]

J

Pd: la canción del post “I don’t like Mondays” (Bob Gueldolf y su grupo, The Boomtown rats, en una maravillosa y original canción de los 70 que narra un hecho real)

No hay comentarios: