miércoles, 25 de julio de 2012

La deducción bien suprimida está

11-7-2012. El gobierno español anuncia la eliminación de la deducción por la compra de vivienda habitual en el IRPF (sin efectos retroactivos). Hace un mes, la Comisión Europea le vino a recordar que no alardeara de haber seguido todas las recomendaciones de la UE, ya que, entre otras cosas, no había eliminado la (reintroducida) deducción. Como una repetitiva canción de verano, los organismos internacionales habían reiterado la recomendación de suprimir la deducción en un suma y sigue que el gobierno español había desoído sistemáticamente. ¿Por qué este empeño de los organismos internacionales? En primer lugar, se trata de una deducción muy costosa para el erario público. España es el único país en el que se desgravaban tanto los intereses como la devolución del principal. En los últimos 10 años la medida ha costado 53.000 millones de € (el 5% del PIB). En 2006, el año record, costó 6311 millones de €, mientras que, a pesar del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, su reintroducción con efectos retroactivos, costó 4193 millones de € en 2011. Se tratan de cantidades similares a toda la inversión publica en I&D de esos años. Moraleja: hay recursos para cambiar el modelo económico. En segundo lugar, dicha deducción alentó la burbuja inmobiliaria en el periodo 1998-2007 y ralentiza hoy el necesario ajuste de precios del sector inmobiliario español. Es decir, la deducción no favorece a las familias sino que se capitaliza en mayores subidas (o menores reducciones) de precios de la vivienda que sólo favorecen a constructores, promotores y entidades financieras. En particular, un reciente informe del Banco de España estima que la eliminación de la deducción reduciría el precio de la vivienda en 7,8 puntos porcentuales. El mismo informe calcula que la eliminación de la desgravación aumentaría en 5,6 puntos porcentuales la proporción del alquiler como forma de tenencia de la vivienda, es decir, se trata de una medida que discrimina contra el alquiler, cuyo mercado en España es escaso y no competitivo. Sólo un 11% de las viviendas en España son de alquiler frente al 30% de media en la UE-16. Uno de los efectos más perversos de un elevado porcentaje de propietarios como el que tiene España, son sus efectos sobre la movilidad y el mercado de trabajo. Según datos del barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) correspondientes a 2012, el 59,1% de los españoles no se mudaría ni a Europa ni a otra ciudad de España por un trabajo y sólo el 32,3% se mudaría siempre que no fuera a otro país (¡y esto con un 25% de paro!). En este sentido, la experiencia internacional nos muestra que un mayor porcentaje de propietarios reduce los incentivos de los trabajadores a mudarse de un lugar a otro por motivos laborales y ello afecta negativamente a la tasa de paro. Para el caso de los países de la UE-27, en 2010, se observa una correlación claramente positiva entre el porcentaje de propietarios y la tasa de paro. Un aumento de 10 puntos porcentuales (por ejemplo, pasar de un 70 a un 80%) en el porcentaje de propietarios, aumenta la tasa de paro en 1,7 puntos porcentuales. Asimismo, se trata de una deducción regresiva. Únicamente las rentas más altas tienen suficiente capacidad adquisitiva para conseguir la máxima deducción permitida por la Ley. Además, la crítica en términos redistributivos aumenta considerablemente cuando se analiza cuál es su coste de oportunidad en términos del presupuesto público dedicado a la vivienda (más política de vivienda que directamente incida sobre los ciudadanos más necesitados) o en términos de política redistributiva general (dedicar dichos recursos a servicios más claramente redistributivos). En el primer caso, sólo el 15% del presupuesto en vivienda en España se dedica a políticas de ayuda directa (VPO, alquiler social), porcentaje que, en la UE se sitúa en el 75%. Si el objetivo final es que todos los ciudadanos tengan acceso a una vivienda, la mejor forma de hacerlo es potenciar el mercado del alquiler eliminando completamente la deducción por vivienda y reorientando todos los recursos hacia el alquiler. Finalmente, la deducción no está exenta de otros costes: discrimina contra cualquier otro tipo de patrimonio, incentiva la asunción de riesgos financieros y las sobrevaloraciones de los activos, reasigna muchos recursos al sector de la construcción y es difícil plantearla como transitoria. Todo ello sin apenas efectos positivos sobre el estoc de viviendas (y menos en una situación de estoc sin vender). Si lo que se pretende es revitalizar el sector de la construcción debemos eliminar el estoc de viviendas sin vender cuanto antes y la mejor vía es que caigan los precios. Como medida auxiliar, sólo tendría sentido, transitoriamente, la deducción para las viviendas nuevas. De hecho, si dicha medida se combina con un aumento de la imposición para las viviendas ya existentes, la disminución del precio de estas últimas impedirá que los constructores trasladen a precios la deducción y acelerará, así, el ajuste del mercado inmobiliario. Por lo tanto, lo único malo de la medida es que se ha tomado por obligación. El gobierno la ha defendido hasta el final como su bandera, como cuando un/a joven licenciado/a defiende su recién conseguido título en papel en una tarde viento. Lo importante no es el papel, sino lo que ha aprendido. Olvidémonos de las banderas electoralistas y replanteemos la política de vivienda en España. En ocasiones hay que escuchar la canción del verano. Publicado en el suplemento Valor del Periodico de Catalunya (24-7-2012) Dr. Josep Maria Raya, Escola Universitària del Maresme (Universitat Pompeu Fabra) y autor del informe "Una aproximación al impacto económico de la recuperación de la deducción por la compra de la vivienda habitual en el IRPF” para el Observatorio de Divulgación Financiera (ODF) del Instituto de Estudios Financieros (IEF). J pd:probablemente el grupo del 2011. The Black Keys: Gold on the ceiling. Sonido purista setentero.